Creo que uno de los males que aqueja al cristiano post moderno ( jóvenes y adultos ) es la Autosuficiencia y la Independencia de Dios. Vivimos en un mundo tan ajetreado, viviendo días tan veloces y rutinarios, que poco a poco nos vamos olvidando de que hay un Dios que tiene un perfecto control de nuestras vidas, y que está esperando que le permitamos ser el timonel y el guía de nuestras vidas.
Los días se nos pasan volando, y en medio de tanta cosa que a diario debemos afrontar y resolver, nos vamos olvidando de ese Dios que ha prometido estar con nosotros cada uno de nuestros días hasta el fin.
Cada día sin duda se vuelve un reto, ya que se nos presentan dificultades, problemas inesperados, cambios de planes, tomas de decisiones etc.
Y es ahi en el diario vivir donde comienza nuestro problema de Autosuficiencia e Independencia de Dios.
Como estamos tan afanados, tan ocupados, tan atareados, empezamos a tratar de resolver las cosas por nosotros mismos, empezamos a dilucidar las respuestas a todo lo que nos viene, basados en nuestra propia prudencia, en nuestra propia sabiduría, y es ahí donde comienzan los dolores de cabeza.
Créemos que si hacemos las cosas como NOSOTROS consideramos que deben de hacerse, estas nos van a salir bien, pasamos a veces horas y horas pensando en como resolver algo, en como salir de tal situación, en como podríamos mejorar algo, en como enfrentar tal circunstancia, que nos olvidamos completamente que las respuestas las encontraríamos con un poco de ejercicio: DOBLE DE RODILLAS !!!, en otras palabras: un poco de INTIMIDAD CON DIOS.
Entonces lo que sucede es lo siguiente: apoyados en nuestra propia prudencia, tomamos las decisiones que consideramos acertadas (según nuestro buen juicio) y de repente PUM !!! el porrazo !!! ( como decimos en mi país) y las cosas salen completamente al revés de lo que esperábamos. Las cosas resultan completamente distintas a lo planificado, trayendo muchas veces consigo consecuencias dolorosas, avergonzantes, humillantes y tristes ( pero en el fondo enriquecedoras ).
Y claro lo primero que hacemos es preguntar: ¿Por qué Señor, por qué pasó? por qué lo permitiste ? por qué NO me pudiste advertir? por qué NO recibí una señal de que lo que iba a hacer no era lo correcto? Por qué permitiste que me dejara llevar por mi propio juicio, mi corazonada o mi instinto ?
Nos resulta más fácil echarle la culpa a Dios que asumir nuestra responsabilidad. Llegamos al grado de enojarnos con Dios porque las cosas NO salieron como estaba planificado.
El proverbio 19:3 dice: La insensatez del hombre tuerce su camino y luego contra Jehová se irrita su corazón.
Será culpa de Dios que nos vayamos a dar en los dientes solo porque no nos tomamos el tiempo de consultarle su voluntad?
Será Dios el culpable que después de un intento fallido regresemos con la "cola en medio de las patas" avergonzados, humillados y sintiéndonos las víctimas solo porque creí que haciéndolo a MI MANERA ( tipo Frank Sinatra) los resultados iban a ser exitosos.
Tendrá El Señor la culpa de que por querer probar hacer algo que al final no resultó, hoy yo esté sufriendo las consecuencias? ( pobrecito yo, jaja) y para colmo afecté a muchos a mi alrededor ( mi familia, o mis compañeros de trabajo, o mis amigos, mis vecinos de la colonia, o mis hermanos en la iglesia, o talvéz mis socios en la empresa)
Será de Dios la culpa? NO !!!! NUNCA !!! la culpa es nuestra, porque siempre queremos hacer lo que nosotros creemos que debería de hacerse, aunque los planes de Dios sean otros, o para otro tiempo, o en otro lugar. Tenemos que entender que el soberano es Dios, y que ÉL si sabe que es lo mejor para nuestras vidas.
Lo bueno es, que si tenemos la gallardía para aceptar que fue nuestra culpa, y vemos el lado positivo de nuestros errores, entonces esa triste experiencia deja de verse como un error o fracaso y pasa a engrosar la lista de las experiencias edificantes de nuestra vida.
Al final recordemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien !!!