Recuerdo que un día no la vi llegar, y pasó un día, y otro, y otro. Pensé lo peor, que se habría muerto, que la habían atropellado etc. Mis compañeros de oficina y la gente del pueblo que me conocían me hacían bromas al respecto. Pero como a los 15 días Choi apareció, me acuerdo que venía toda delgada otra vez, toda sucia, la sarna le había vuelto a llenar el cuerpo, pero cuando me vio, se puso feliz y comenzó a moverme la cola y a saltar y ladrar ( ella tenía un típico ladrido que denotaba su alegría). Que le había pasado? a saber pero lo importante es que había vuelto.
Me acuerdo que ese día decidí que por el cariño que le sentía y para evitar que se fuera otra vez y se perdiera, traérmela a mi casa. Al siguiente día me llevé la camioneta y me la traje. La gente del pueblo me miraba sorprendido, como diciendo y este loco como puede llevarse a una perrita tan sucia, tan enferma y que se mira tan fea.
Cuando llegué a la casa, entré con un gran sigilo, porque sabía que mi mamá se iba a enojar que llevara otro perro, pues ya teníamos dos, y más cuando viera la condición en la que Choi estaba. La metí de un solo a mi cuarto y no la dejé salir en semanas. Para que hiciera sus necesidades la sacaba al patio, y sacaba a los otros dos a la cochera de la casa. En fin, era una aventura hacerlo cada día. Me acuerdo cuando mis padres y hermano vieron a Choi, se asustaron !!!! al verla toda sarnosa, sin pelo, con llagas en la piel, despidiendo aquel mal olor. La cola parecía un lazo negro, porque no tenía pelos. Mi mamá casi puso el grito en el cielo, pero contra viento y marea logré, que Choi se quedara metida en mi cuarto mientras me iba a dedicar a curarla.
Compré una medicina cara en una Veterinaria. Era un líquido que había que echarle en la piel. Recuerdo que el veterinario me dijo: "es fuerte la medicina, le va doler y arder a la perrita, pero la va a curar". Le empecé a aplicar la medicina, y Choi salía corriendo del ardor, corría por todo el cuarto y lloraba, luego se echaba y gemía pues en realidad la medicina le ardía.
Pero con los días le fue creciendo el pelo, se fue sanando, y se fue viendo distinta. No salía del cuarto, pero yo veía como iba cambiando. Un día vi que el pelo le había crecido por completo. Atrás había quedado aquella perrita toda sucia, sarnosa, mal oliente y despreciada que yo había recogido. Choi estaba ahora cubierta de un pelo café clarito, y bien bañada y olorosa, se las presenté de nuevo a mi padres. Mi mamá no podía creer lo que miraba, y me decía: ¿ y que se le hizo aquella cola fea, que parecía un chirrión negro?
Choi dejó de ser aquella perrita callejera, despreciada, mal oliente, rechazada, y maltratada que era, y se había convertido en una perrita diferente, limpia, bien cuidada, curada, y sobretodo amada.
Mi mamá me decía: LLévala de nuevo a San José Villanueva para que la vean, no la van a reconocer, pero nunca tuva la oportunidad de hacerlo, aunque en un par de ocasiones que fui a dicho pueblo en los años siguientes, les contaba a los que la recordaban como había sido su proceso de cambio.
Hoy que Choi murió, hace unos días me empecé a recordar de toda esta historia, y se me salieron las lágrimas. Primero porque yo amaba mucho a Choi, significó mucho en nuestras vidas, pero especialmente porque en la historia de Choi, me vi reflejado yo.
Durante 26 años de mi vida fui un perrito callejero, sucio, enfermo del alma, rechazado por algunas personas, menospreciado por otras. Con heridas no en el cuerpo sino que en el corazón. Mal oliente de todo el pecado que me envolvía, que sobrevivía en mi vida a pesar del dolor, la tristeza, y la amargura, que habían en mi corazón; que escarbaba en los basureros del mundo para encontrar el alimento que mi alma necesitaba. Hasta que un día hubo alguien que decidió jugarsela conmigo, y me sacó de donde estaba, de aquel lugar donde no valía nada para nadie, y me llevó a su casa, y me cuida, se dedica a sanarme aunque la medicina a veces arde y duele, y que con gran amor me ha dado una nueva vida. Ese es mi amado Jesús !!!! Como no vivirle agradecido y expresar cada vez que puedo la pasión que siento por Él.
Por eso me gusta la canción de Contagious que dice: JESUS: Tu eres mi motivo, eres mi destino, la razón que vivo y respiro, el palpitar de mi corazón, Tú eres mi anhelo, eres mi deseo, Eres el tesoro más bello, mi esperanza y mi salvación, el tesoro de mi corazón.
Sin duda que Dios más Grande, más Misericordioso, más Fiel, más Bondadoso, más Paternal, el que tenemos. ÉL es sin duda el tesoro más hermoso que podemos tener y disfrutar los que hemos tenido el gran privilegio de habernos encontrado con ÉL.
Choi vivió muchas cosas con nosotros, fueron 15 años en los que formó parte de mi vida y de la de mi familia: La graduación de Michelle de High School, la separación de mis padres, mi graduación de la universidad, la boda de mi hermano, el nacimiento de mis sobrinos, mi boda, el nacimiento de mis hijos, y podría mencionar mucho más. Hace un mes murió, y lloré cuando vi como la durmieron porque su salud estaba deteriorándose aceleradamente por su larga edad. Hace 15 años que la llevé a mi casa nunca me imaginé que escribiría acerca de ella y como su historia sería un reflejo de la mía.
Gracias CHOI !!!
Choi es la que sale arriba a la altura de la gorra blanca. el que está echado entre las piernas de mi hermano era Rufo y al que yo tenía agarrado era Ponky. Esta foto fue hace como 12 años, jajaja.